lunes, 31 de enero de 2011

twilight, y "eso".


Se perdieron todos mis DVDs de la saga Twilight. Hasta antes de que se perdieran había estado viendo con devoción los DVDs una y otra vez. En honor a la verdad, y obviando el hecho de las películas no son buenas (los libros tampoco), había algo en esa historia que me hacía recordar/pensar/fantasear con algo que alguna vez sentí. Ese amor mágico, ese enamoramiento instantáneo que te cruza cuando ves sus ojos y esa forma de seguir enganchado porque es todo lo que jamás si quiera imaginaste tener. Tú has sido el afortunado… Suena recontra cursi, de hecho lo es y antes amaba/detestaba la saga por eso, hasta que me topé con que, diablos, yo sentí una vez una estupidez parecida.

Comprar los DVDs y verlos terminó por hacerme sentir nostalgia, deseos de “eso”, no de mi pasado, sino de vivir otra vez algo intenso e imborrable. Porque si bien después de “eso” viví cosas muy lindas, siempre hay algo que te marca para siempre. Bueno, yo quería otra marca. El deseo de “eso” me hizo preguntarme por “esto”. ¿Qué es esto que tengo? ¿Es esto lo que quiero? ¿O quiero vivir algo realmente intenso? Y decidí ir por eso “realmente intenso”. Fue cuando empecé a ver una y otra vez la saga, en español, en inglés, subtitulada, sin subtítulos, entera, por escenas. Hasta que se perdieron los DVDs y me quedé suspendida sin saber qué hacer después de los almuerzos, sin tener una historia con la que suspirar, ni una mía ni una producción americana.

Era hora de buscar una historia propia, o al menos anhelarla. Pero los vacíos fueron bien grandes. Quizás sea cierto eso de que hay cosas que se viven una sola vez. Entonces regresar con mi ex, ¿esa era la respuesta? Y pensé en ella, y la quise de nuevo, la quise de vuelta, pensé en que cuando la viera le diría el tipo de cosas que siempre quiso escuchar de mí pero que nunca le dije: que era nuestro destino estar juntas, que la había amado y que la amaría hasta siempre (el idealismo nunca ha ido conmigo). ¿Era esa la respuesta?

Luego te acuerdas de que no funcionó, de que te enamoraste mal pero que no funcionó. De que ella te daba todo lo intenso que quisiste, pero que habían otras cosas no tan intensas que necesitabas de alguien. La conclusión es que los amores intensos no son necesariamente los más funcionales. Cuando pensé en regresar con ella (de mi parte, claro, porque ella está en Estados Unidos extrañando a otra ex) pensé que podría vivir eso una vez más (no lo dudo) pero ¿por cuánto tiempo? ¿4 meses? ¿6 meses? ¿3 semanas? Creo que ella y yo podríamos encontrar a personas más adecuadas para la otra, quizás no tan intensas, pero sí más funcionales, porque lo intenso pasa, y si esa persona no es para ti la relación se va al tacho.

No quiero volver a pensar en que prefiero algo “intenso” a algo funcional. Yo me enamoré de ella, aún es mi vida y le agradezco eso intenso que me hizo sentir por años. Hay cosas que te marcan, y esa marca va a estar siempre dentro de mí, pero es hora de buscar otro tipo de cariño (¿de amor?), o más bien es hora de dejar de buscar, de dejar de pensar, de dejar que las cosas pasen y ya. Aun así buscaré esos DVDs, para practicar mi inglés, claro.

Ya, ya, y también porque le agarré cariño a la historia.

martes, 21 de diciembre de 2010

ser hermana.

Ser hermana es diferente para cada uno, supongo. Mi hermana mayor tiene cinco años más que yo. Hubo un tiempo en que jugábamos a que ella me adoptaba de la calle porque era millonaria y me iba a educar. También sacábamos toda la ropa y jugábamos a venderla mientras la otra hacía los menús. Jugábamos con barbies y muñecos en nuestra casa a medio construir como si estuviéramos en un lugar lleno de aventura. Ese tipo de hermanas éramos hasta que ella cumplió 14 o 15. Entonces para mí todo el clima familiar cambió, y siempre le he echado la culpa (consciente o inconscientemente) a su paso abrupto por la adolescencia.

A mi hermana le empezó a gustar la televisión y mis cenas familiares se terminaron porque ella y mi papá no podían quedarse en la mesa. Las salidas familiares también se terminaron porque a mi hermana a veces algo le pasaba y simplemente ya no quería salir con nosotros. Y en casa en general, desde que ella empezó a cerrar la puerta de su cuarto y a llenar la casa del sonido estridente de su radio, todos iban por su lado. De alguna forma sin mi hermana todo lo demás era asunto de grandes.

Cuando mi hermana fue saliendo del periodo adolescente fui yo quien cerró las puertas. Ya no importaba mucho qué ocurría en casa, si querían hablar, si querían salir, porque a fin de cuentas yo había pasado varios años de mi vida en tiempo muerto. Queriendo las cenas en la mesa, queriendo jugar a algo con alguien, queriendo salidas de todos juntos. Esto último a mi hermana le parecía una cursilería innecesaria. Claro que en ese tiempo a mi hermana todo le parecía una cursilería innecesaria, incluso hablar conmigo, más aún si eso interrumpía sus novelas. Al final, cuando cerré puertas, ventanas y todo lo que podía cerrar, simplemente me desentendí bastante de lo que pasaba alrededor.

La diferencia entre mi hermana y yo es que ella supo re-acercarse a la familia, en cambio yo sigo siendo una chiquilla adolescente que es todo lo odie que mi hermana fuera, con ella y con los pequeños. Llego, saludo, reniego, y baño todo de un sarcasmo malhumorado que angustiaría a cualquiera. No me acerco mucho a nadie, le doy dos abrazos semanales a mi mamá y mi hobby último es botar a mi hermana cada vez que me quiere abrazar a mí. Yo no sé si es adolescencia tardía, inmadurez estúpida o lógicos estragos de mi socialización familiar, pero a fin de cuentas ahora yo soy la hermana mayor y tengo socializaciones ajenas en las que intervenir.

Camila y Valentino tienen 6 y 4 años. Cuando me di cuenta de que Camila no podía abrazarme como al resto de personas en la casa fue que me empecé a preocupar y a preguntarme si no estaba equivocándome yo ahora. Entonces me pregunté si yo había salido con ellos, si había jugado con ellos, si les había dado de comer o los había llevado al baño. Pues no, no recuerdo que esas cosas hayan ocurrido mucho. Y me siento mucho más culpable cuando me doy cuenta de que si presto atención ellos son los niños más lindos y mi hermana, aunque antipática a veces, es una persona admirable.

Yo no me siento mal por lo que me han dado o no, a fin de cuentas yo he aprendido mucho de mi hermana, le debo bastante y soy feliz, pero por lo que si me siento mal es por si les demuestro lo suficiente que los quiero, porque sí los quiero solo que no he resultado del tipo de hermana que corre detrás de la bicicleta o que le habla de sus affairs a su hermana mayor. Me pregunto si en verdad lo sabrán, entonces decido que quiero acercarme más a mi hermana de nuevo (solo no me abraces tanto que me da calor) y que quiero intervenir en la socialización de los pequeños. Quiero que Valentino salte cuando llegue y, sobre todo, que Camila me abrace, pero que me abrace fuerte, pues.









Camila y Valentino.

domingo, 19 de diciembre de 2010

sobre estas páginas.

Hace casi dos años empecé a escribir un blog. Ya había tenido otros pero ninguno duró tanto como aquel, quizás porque ni si quiera sabía qué hacer con ellos ni para qué los creaba. A ese blog que sí duró le puse Locas páginas sentimentales, y realmente terminó haciéndole mérito a su nombre. Desde los 18 hasta hoy que tengo 20 ha salvaguardado a mis fantasmas sentimentales, esos que nacían en mis días comunes y que, con un poquito de ayuda de mi intensidad fervorosa, se convertían en travesuras para ser escritas, medio en serio medio y medio en ficción. Claro que pocos entendieron eso de ficción y no faltaron las muchachitas atrevidas que se sintieron aludidas. La verdad es que a esas páginas les encantaba acoger a las muchachitas atrevidas. Las páginas sentimentales han acogido también con cordialidad a uno que otro visitante curioso, y yo terminé más que agradecida con sus visitas. Para ser una blogger que no linkea su blog en ningún lado algún mérito debió tener.

Pero bueno, desde hace un tiempo siento la necesidad de contar otras cosas, de darle la oportunidad a mi teclado de escribir otro tipo de páginas, unas que tengan que ver más con quien soy día a día y que no son necesariamente tan ficcionales ni tan apabulladas de sentimientos. Un espacio donde hablar de mí, de mi casa, de mis amigos, de la universidad, ay la universidad, de mi perro, de mi prima, de qué rayos hago a las 2.24am en la computadora... De que estoy loca, en lo cotidiano también estoy un poco loca. Y demás cosas que no sé si al mundo le interese leer, pero a mí si me interesan escribir. Mientras, mis páginas sentimentales estarán allí vivitas y coleantes, enmarcando (como siempre) mi vida cotidiana.

Empecemos esta payasada, entonces.